El Asedio a la Familia por la Ideología de Género
Algunas
ideas para la acción
de José Durand Mendioroz
Sumario
I.
Introducción
II. La
corrupción de la ciencia por la ideología
III.
¿Cambiar de verdad las inequidades o hacer “como
que” cambiamos la naturaleza?
IV. La
enseñanza que dejó el debate por el aborto. El sentido del diálogo.
V.
Lo que deja esta experiencia para el debate por la
ideología de género: “es
sobre [el] terreno de la realidad donde es necesario batirse”
VI. ¿Aceptación o rechazo de hablar sobre
estudios con “perspectiva de género”?
VII.
Aplicación de lo expuesto a dos situaciones
relacionadas con la ESI.
VIII.
Más que “conclusiones”, una apelación al compromiso.
Apéndice.
Breve digresión sobre el razonamiento judicial.
I.Introducción.
Puede afirmarse con bastante certeza que en nuestro tiempo el peor ataque a la
familia proviene dela ideología de género la cual, por obra de minorías
enquistadas en el poder, ha “tomado”el sistema inmunológico de nuestras
sociedades, confundiéndolo, y buscando imposibilitar la percepción de las
verdades morales básicas que ordenan la vida en comunidad, al mismo tiempo que
procura acallar la respuesta saludable del sentido común.
Cualquier conato de racionalidad al respecto será
ignorado, o tapado mediante la superposición de decenas de voces, o bien
sometido al escrache mediático, siempre quedando de reserva para los casos
“especiales” el recurso a la represión estatal mediante la intervención del
INADI y la aplicación de leyes represivas.
Esta concepción ideológica viene siendo
instrumentada mediante políticas públicas, junto a una sostenida acción
paraestatal originada en usinas globales,que llegan a todos los hogares a
través de los medios de información y de entretenimiento. Con respecto al
sector público, en un rápido examen orientado más a proporcionar ejemplos antes
que a una descripción, puede verse cómo en el Congreso se aprueban en forma
sorpresiva y sin debate una cantidad de leyes[1]
que introducen principios jurídicos que van a terminar completando el círculo
opresivo de la ideología de género.
En la Administración, en tanto, se advierten
múltiples iniciativas que gozan de un generoso presupuesto[2]para
la implementación de políticas de género, entre ellos la ilegal “interrupción
legal” del embarazo. Mientras tanto,se demoran dramáticamente los turnos para
las cirugías más comunes y brillan por su ausencia los fármacos más
indispensables.
Para la contracepción y el aborto, la gente de menores recursos vive en el Primer Mundo, en tanto que para las cuestiones más elementales de la salud, padece en el sector más empobrecido del Tercero[3].
Para la contracepción y el aborto, la gente de menores recursos vive en el Primer Mundo, en tanto que para las cuestiones más elementales de la salud, padece en el sector más empobrecido del Tercero[3].
Pero sin duda el mayor ataque a la familia, por lo
directo, contundente y sistemático es el de la educación sexual ideologizada
que se imparte con alcance obligatorio a todos los alumnos de preescolar,
primaria y secundaria de nuestro país. Por tal motivo se hará referencia
puntual a esta cuestión.
Esta somera enunciación puede ser motivo de
desaliento, pero desde ya, no es la intención de estas líneas; por el
contrario, partiendo de una realidad que es francamente difícil, quisiera
aportar algunas ideas para una estrategia de solución de los problemas, en
orden al logro de la finalidad de toda acción política, que es la vigencia del
bien común.
Es necesario acotar –finalizando esta introducción -
que este proceso político-social ha tenido continuidad a través de gobiernos de
distinto signo en las dos últimas décadas. La administración actual lo continuó
justo donde lo dejó la anterior, y la próxima –cualquiera fuere su signo- lo
seguirá en el punto donde la actual llegue. Es lícito pensar al respecto una
convergencia sobre el modelo de sociedad al que apuntan, por encima de otro
tipo de diferencias que se manifiestan en la superficie.
II.
La corrupción de la ciencia por la ideología.
Ante
la previsible réplica de que “no existe
la ideología de género”, y que este concepto ha sido acuñado por “el hétero-patriarcado inspirado en el
fundamentalismo religioso” conviene dejar sentado de entrada que la esencia
de toda ideología totalitaria es su carácter anti-científico y cerrado a la
crítica racional, siendo en consecuencia nuestra tarea el demostrarlo y el comunicarlo a la gente en un idioma comprensible, que
son los pasos previos e indispensables para su desarticulación.
Para esto tengamos presente la relación entre
ciencia e ideología, o mejor dicho,la
tergiversación de la ciencia por parte de la ideología. “La ciencia moderna obtiene la certeza y la
hace reconocer a todo espíritu razonable, pero sólo dentro del campo estrechamente
limitado en que es capaz de operar con rigor. La ideología demanda de la
ciencia que garantice su sistema, haciéndola salir del terreno en que ella está
cierta y, por lo mismo allí donde es científica. Por eso entraña una corrupción
de la ciencia.[4](…) Ahora bien, cuando a esa ciencia se la
saca de la órbita de su orden, de su campo de aplicación, de sus condiciones de
validez, es una apariencia de ciencia, una caricatura de ciencia, y en
definitiva una pura charlatanería.”[5] Más claro imposible.
En extrema síntesis, lo esencial de
la ideología de género consiste en sostener que la diferencia entre los sexos es la causa de la opresión de la
humanidad, y que ello obedece a la cultura
patriarcal que habría construido mediante el rigor de la fuerza una “civilización de la hétero sexualidad regida
por el varón”; con fundamento en aquella diferencia (en definitiva el
dimorfismo sexual) que los cultores del gender consideran “irrelevante”.
Por ello, la liberación de este problema que tanto pesa a la humanidad (es
decir, la especie de redención que esta corriente propugna) es la eliminación de la diferencia sexual en
la convivencia social (lo que se ha de manifestar en las leyes y las
costumbres) y en la optabilidad
ilimitada[6], por parte de cada
individuo, sobre su identidad sexual y su orientación sexual. Identidad y
orientación que son llamadas confusamente “género”, cuando en realidad son
aspectos diversos,cuya diferenciación conceptual es necesaria. Por tal motivo, la
civilización del sexo binario y de la hétero sexualidad puede y debe ser
“deconstruida” y en su reemplazo
debe construirse otra, donde aquellos aspectos carezcan de real importancia
y entonces nos encontraríamos conque en la nueva cultura,el sexo es “no
binario” y la gente normalmente optaría por la parafernalia de los 112
“géneros” que reconoce la ONU.
Si se reflexiona un momento, el postulado anterior no resiste un primer
análisis. El dimorfismo sexual (sexo binario) ni es irrelevante, ni es una
imposición de la cultura patriarcal, sino un dato de la naturaleza[7]
originado por la genética, a partir del
cual se puede gestar la cultura como acción libre del hombre. Del mismo
modo;podría afirmarse que la capacidad de razonar del ser humano es natural, a
partir de la cual se da el ejercicio de la racionalidad, lo que tiene su
impacto en la elaboración de la cultura, por supuesto.
No tener en cuenta el sexo biológico significa, por
ejemplo, ignorar el cuerpo sexuado femenino como realidad, contradiciendo así
la misma razón de ser de la lucha secular por los derechos de la mujer. Si “ser
mujer” se reduce a una mera “autopercepción” y su consiguiente registración
-sin que el cuerpo importe- se está traicionando la lucha de generaciones de
mujeres y varones de buena voluntad contra una serie de injusticias que prácticamente
no reconocen otro motivo que el de tener… un cuerpo sexuado femenino; el que,
entre muchas otras cosas, requiere cuidados médicos específicos, una protección
preferente por su debilidad relativa (la violencia de género se manifiesta en
forma casi absoluta contra mujeres… con cuerpo biológico femenino), normas
específicas en el ámbito laboral y de la seguridad social; y en suma, la
compensación equitativa de la evidente asimetría respecto del varón en lo que
se refiere a la función reproductiva.
¿Podríamos acaso –por una cuestión
de no quedar oprimidos por la tiranía de la razón- “deconstruir la
racionalidad” y luego construir una civilización completamente irracional?
¿Podríamos deconstruir también la cultura gravitacional? Me refiero con ello a
la civilización opresora que se basa en la abyecta obediencia al principio de
la gravedad, que tanto ha limitado a la humanidad… Desconocer la significación
del dimorfismo sexual es un mero recurso mental y los cultores del gender deberían explicarnos cómo un
simple recurso mental puede modificar un ápice la realidad.
Se ignora así la realidad de nuestra
naturaleza biológica que con terquedad, ha establecido desde que existe el homo
sapiens, el dato irrefutable del dimorfismo sexual. Es decir, la especie humana
se reproduce sexuadamente y todos y cada uno de sus individuos son mujer o
varón, en cada una de sus células y desde su etapa embrionaria, lo cual es
absolutamente inmodificable. El desconocimiento arbitrario de este dato de la
realidad y sus inferencias, pues, no sólo no es científico, sino que ingresa de
pleno derecho en el ámbito de la charlatanería.
Pero podemos sacar una inferencia
más, igualmente negativa. La tradición del pensamiento realista (aristotélico
tomista) acuñó el término de “derechos naturales”, aludiendo a conductas
objetivas que son debidas a un “otro” en justicia, en razón de su adecuación
objetiva a direcciones o inclinaciones que son dadas por naturaleza.
Siguiendo con los tres ejemplos
dados con anterioridad: los datos naturales de la sexualidad, de la
racionalidad y de la materialidad humanas (por la cual estamos sujetos a la
gravedad), podemos advertir que estas realidades
naturales originan el deber de ciertas conductas como debidas en justicia,
en dependencia del primer principio del orden práctico jurídico que se expresa
como que “lo justo ha de hacerse y lo injusto evitarse.” Por ello vemos como
“justo natural” (y plenamente exigible) que se posibilite a todo ser humano el
desarrollo de su racionalidad, que no se nos obligue a bajar de una torre
tirándonos desde la azotea (ya que por efecto de la gravedad nos vamos a hacer
añicos), así como que se reconozca el efecto principal de la sexualidad natural
humana que es la formación de una familia que implica de suyo el respeto por
-parte de la sociedad- de esa voluntad fundacional, que se extiende al deber –y
al mismo tiempo- derecho de cuidar y educar a los hijos. Pero son justamente
aquellos derechos naturales los que la ideología de género niega, porque cree
que la naturaleza es algo esencialmente manipulable.
Esto afecta a la familia en forma
directa. Juan Pablo II sostuvo que “los
problemas relacionados con la transmisión de la vida y su posterior desarrollo
no se pueden analizar adecuadamente prescindiendo del bien de la familia: la
comunión de personas que se establece en el matrimonio de un hombre
y una mujer, y que —como afirma la Declaración de los derechos humanos— es «la
célula natural y fundamental de la sociedad» (art.
16, 3).La familia es una institución fundada en la misma naturaleza
de la persona humana, y es el ámbito adecuado para la concepción, el nacimiento
y la educación de los hijos”[8].
Por otra parte, y entendiendo que
las diferencias entre los sexos no van a desaparecer porque están en la
naturaleza, respecto de la insólita idea “salvífica” del gender ¿en base a qué
razones sostiene que la desaparición de las diferencias sexuales va a producir
la felicidad de la humanidad? Esto
trataremos de develar en el siguiente punto.
III. ¿Cambiar de verdad las inequidades o hacer “como que cambiamos” la naturaleza?
Es verdad que nuestra civilización muestra antecedentes de
postergación sistemática de las mujeres, reconocidos y denunciados por toda
persona de buena voluntad y, ciertamente, por la Santa Sede. En el orden de las
leyes, por ejemplo, la mujer vivía hasta hace no mucho en una minoría de edad
perpetua, carecía de derechos políticos[9],
etc. Con lo cual lo que había que hacer y se hizo –y esto es tan histórico como
lo anterior- es modificar esas
condiciones objetivas de desigualdad social.
La Historia e incluso la
Prehistoria nos demuestran que no hubo civilización alguna que no reconociera
la diferencia del ser mujer y varón. Y que no siempre se impuso el modelo de
subordinación patriarcal. Por ejemplo, se le atribuye al genio de la mujer el
haber descubierto la agricultura, produciendo así la mayor revolución técnica
de la humanidad (conocida como la revolución del Neolítico). La mujer fue la
primera agricultora y ello posibilitó el aumento de la población (muy limitada
hasta entonces por el hambre) y los asentamientos permanentes.
La mujer fue (y lo siguió siendo a
lo largo de la historia) la gran
proveedora y civilizadora y tuvo en aquel entonces un generalizado
reconocimiento social, que se ponía de manifiesto en sistemas de parentesco matrilineal (en términos simples, el
apellido lo daba la madre), en la matrilocación,
en el culto de las “diosas madres”, en el ejercicio del sacerdocio, etc. “La mujer y la sacralidad femenina pasan a
primer plano. Teniendo en cuenta que las mujeres desempeñaron un cometido decisivo
en la domesticación de las plantas, se convierten en propietarias de los campos
cultivados, con lo que su posición social se refuerza y se crean unas
instituciones características, como, por ejemplo, la matrilocación, por la que
el marido queda obligado a vivir en la casa de la esposa.(…) La fertilidad de
la tierra y la fecundidad de la mujer se solidarizan, en consecuencia las
mujeres se convierten en responsables de la abundancia de las cosechas, pues
ellas son las que conocen el “misterio” de la creación,” [10]
Personalmente creo que la mujer
podría cobrar royaltiesa perpetuidad
por el descubrimiento de la agricultura, y aun así deberíamos mantener las
galanterías que prescriben las viejas buenas costumbres, porque esos detalles
hacia la mujer no nacen desde la condescendencia de una (mal supuesta)
superioridad masculina, sino de la excelencia de sus destinatarias.
Parece necesario acotar que la
“liberación” que propugnan los partidarios de la ideología del gender se reduce
a la fantasiosa liberación de las reales diferencias sexuales[11],
sin que se denoten críticas de fondo contra las estructuras injustas del poder
global (que funge de patrocinante político y económico de aquellos). Se trata
en definitiva de una liberación direccionada desde el poder dominado por la
ideología tecnocrática y antinatalista, que instaura de este modo un
totalitarismo sutil y por eso mismo, muy eficaz. Nada hay de heroico, ni de
gesta, en los grupos progresistas, feministas y trans: sólo el triste papel de
ser usados.
La realidad histórica nos muestra
que es posible -sin negar el dato del dimorfismo sexual-gestar una sociedad
equitativa donde varones y mujeres sean reconocidos iguales en dignidad y derechos. La Antropología Filosófica en
tanto, nos indica que las diferencias sexuales, que se proyectan a lo
psicológico, no sólo no son malas en sí mismas, sino que –por el contrario-
tienen la potencialidad de enriquecer las relaciones interpersonales, ya que
varones y mujeres son recíprocos y
complementarios. Lo bio-diferencial y los psico diferencial es una fuente
inestimable de fecundidad en todas las áreas donde interactúan los seres
humanos. No hay ninguna estructura social, grande o pequeña, que no se
beneficie y enriquezca con el aporte
conjunto de mujeres y varones.
Por el contrario, la ignorancia forzada de lo diferencial, va a llevar
resultados absurdos, contrarios al bien común y a la felicidad de las
personas.
IV.
La enseñanza que dejó el debate por el aborto. El sentido del diálogo.
La experiencia
es el principio de toda ciencia, puesto que nada hay en el intelecto que no
haya pasado por los sentidos. Recurramos pues a la experiencia del debate de
2018 por el aborto. Suele ocurrir que respecto de ciertos temas importantes,
existan dos sectores antagónicos irreductibles, cuyas propuestas son
radicalmente contrarias. Suele haber en tales situaciones una mayoritaria
franja intermedia, algunos sin opinión formada, y otros con opiniones más o
menos cercanas a los contendientes principales, pero sin una adhesión plena a
ninguna. Eso pasó con el debate acerca del proyecto de aborto a libre demanda
que se dio en 2018 en la Argentina. En este los contendientes no dirigieron sus argumentos a convencer a
sus adversarios, sino a “ganar” a los
indecisos. En realidad el debate fue la oportunidad de llegar y “dialogar”
–en forma indirecta- con los indecisos; es decir, interesarlos y proponerles
argumentos razonables, aceptables, para que apoyaran una postura.
En tanto que el
sector partidario del aborto se limitó a repetir argumentos previsibles (estadísticas sesgadas, igualdad de acceso
para los pobres, ampliación de derechos, etc., con mucho contenido descalificatorio) sus contendientes pro vida,
además de tener respuestas adecuadas a aquellos argumentos previsibles,
aportaron elementos novedosos, “se salieron del libreto” que los abortistas
esperaban. En primer lugar, no fue un tema central anatematizar a la mujer que
abortó, entendiendo que el hecho en sí es de modo tan evidente y objetivamente
injusto, que la madre que lo hizo -en el momento en que puede tener conciencia
de ello- padece un dolor inenarrable. También se avanzó en la comprensión de
condicionantes psicológicos que inducen a las mujeres en situación de
vulnerabilidad a procurar un aborto, de lo que en definitiva se dan cuenta
-demasiado tarde- que fue esto agravó el
problema[12].
También se
levantó la bandera de “salvar las dos vidas” mediante un plan de apoyo integral
que removiera mucha de las causas que llevan a presionar la decisión de las
madres en crisis. Quedó establecido asimismo que no son “los pobres” los que
tienen un interés prioritario en el aborto y, además se denunció la
incoherencia política de la izquierda progresista por ejecutar los dictados del
capitalismo global interesado en la reducción de la población en el planeta.
Puede verse en
este tipo de argumentación una apertura a la realidad, un compromiso personal
con los problemas de la gente, y el abandono de la incontaminación del teórico
desde la cómoda posición de hablar encerrado en un gabinete. Es así que
progresivamente se fue involucrando en el debate cada vez más gente, y una mayoría estadísticamente comprobada
terminó aceptando los argumentosa favor de las dos vidas, de lo cual los políticos tomaron debida nota
y –aunque el establishment en su gran mayoría apoyaba el aborto- la ley no fue
aprobada por el Congreso.
El análisis
crítico de los argumentos pro aborto y la generación de propuestas alternativas
en un idioma entendible, en definitiva, el “dia-logos”, fueron eficaces ante
una mayoría que antes del debate ni estaba interesada ni tenía una opinión
formada en la materia.
No obstante el
extremadamente desigual acceso a los medios, el tratamiento parlamentario fue
la ocasión de ganar la opinión pública y “mover el amperímetro” de los políticos.
Fue en el debate social donde se impuso el rechazo del aborto. Lo cierto es
que, con el compromiso del diálogo y con los buenos argumentos de los
“defensores de las dos vidas”, se pudo convencer en buena ley a una mayoría de
dudosos. Lo que prueba que se puede
dialogar, sin ingenuidad ni claudicación, y con eficacia, claro que para eso…
hay que estar bien preparado.
Lamentablemente,
esta historia no termina bien, como es sabido, porque el establishment,
mediante decretos, terminó en la praxis instaurando el aborto mediante la
generalización de los “protocolos de aborto no punible”, a la saga del fallo
FAL que inauguró la posibilidad del
desconocimiento de un derecho de jerarquía constitucional y de naturaleza
absoluta, como es el derecho a la vida del inocente, convirtiendo una
excusa absolutoria (del aborto en caso
de violación) en una obligación del
Estado ante la simple afirmación de la madre en tal sentido. Todavía no se
ha evaluado cabalmente el daño que esta conducta ha causado en el orden de la
convivencia.
V. Lo que deja esta experiencia para el debate por la
ideología de género: “es
sobre [el] terreno de la realidad donde es necesario batirse”.
Conviene tener presente una distinción; a diferencia
del aborto, que es algo específico, la ideología de género es algo genérico,
valga la redundancia[13].
Esta “generalidad” del gender entonces puede presentarse y parecer como algo
abstracto, lo que no facilita el interés de las mayorías. En segundo lugar, los
propulsores de las políticas de género dicen no sostener ninguna “ideología de
género”, considerando que la propia expresión es un invento oscurantista, una
maniobra del “hétero patriarcado
fundamentalista religioso” tendiente a “desconocer una cantidad enorme de
derechos humanos”. Por si alguna duda quedare, con relación a la Educación
Sexual, refuerzan el argumento: “no tiene nada que ver con la ideología de
género (si es que esta existiese)”. Lo que permite anticipar que ellos difícilmente
acepten un debate sobre “ideología de género”, más allá de que un debate de
carácter tan teórico no va a despertar demasiado interés en el público. Menos
aun cuando ocupan una posición predominante en los mecanismos de poder de la
sociedad, dato este que no debe olvidarse jamás.
El mencionado
carácter abstracto puede ser superado focalizando la crítica en cuestiones
concretas de interés directo de la gente. Por ejemplo lo concerniente a la ESI,
o algunas políticas bastante absurdas relacionadas con la identidad de género.
Como es de prever, los ideólogos sostendrán que en base a los llamados
“estudios de género” o buscando en las ciencias sociales una “perspectiva de
género” van a superarse las “desigualdades estructurales”, ya sea en ocasión de
la educación pública, de extender la licencia por maternidad a una persona “no
gestante”, etc. Frente a cuestiones concretas se presentan ante la opinión
pública como “promotores de derechos”[14],
atribuyéndoles a sus contrincantes el nada simpático papel antagónico, de “negadores de derechos”[15].
“Es sobre [el]
terreno de la realidad donde es necesario batirse”,afirma Besançonen su
obra ya citada. Esto nos obliga a tener en claro la teoría general acerca del
género y al mismo tiempo tener un dominio particular en cada ámbito concreto en
que esta se discute. Lo que implica la necesidad de una cierta coordinación
entre “generalistas” y “especialistas”. Aquellos tendrían a su cargo la
detección de todas las manifestaciones sociales donde se denote la influencia
del gender y estos, llevar al terreno de la realidad el debate.
En la demostración del absurdo de las soluciones
sostenidas por el gender y la capacidad de una propuesta alternativa razonable
por nuestra parte, en forma accesible al común de los mortales,radica
toda posibilidad de éxito. Para poder lograr de nuevo y en cada ocasión, el
efecto “convicción de la mayoría e
influencia positiva en los políticos”.
VI.
¿Aceptación o rechazo de hablar sobre estudios con “perspectiva de
género”?
En el título anterior me fijé expresamente de no poner
“aceptación” de la perspectiva de género como si esta constituyera un bloque.
Pero en cambio sí veo conveniente la opción de “hablar críticamente” sobre los estudios de género,en particular los que se proponen como
fundamento de una política determinada y en relación estricta a la cuestión concreta
que se discute. No perdería ni un minuto en una crítica general y en bloque
a los “estudios con perspectiva de género” (a menos que se trate de un ámbito
académico) porque hay poco que ganar y mucho que perder, tras la asignación del
mote de intolerancia. Pero sí “metería los pies en el barro” analizando y
criticando cada trabajo en particular con perspectiva de género y en relación a
un problema concreto que se discute.
Ello implicaría
el ejercicio de la crítica racional para determinar su cientificidad o la falta
de ella, y sacar a la luz, si la hubiere, su matriz ideológica. Porque huelga
decirlo, los numerosos estudios con perspectiva de género, tienen un valor
dispar y valen tanto cuanto de
científicos tuvieren. Algunos son ideológicamente indiferentes (como la
constatación de que en dos aldeas de Nueva Guinea separadas por pocos
quilómetros, en una van a buscar el agua al rio los varones y en la otra las
mujeres). Otros pueden hacer una aportación interesante, como por ejemplo, por
qué en el sufragio “universal” de 1912
las mujeres se quedaron “fuera del universo”, etc.
No obstante,
cabe acotar que difícilmente un estudio que avale la ESI vigente en nuestro
país esté exento de una intencionalidad ideológica, ya que como es público y
notorio, está inspirado en las usinas de la Fundación Huésped. Aun así, hay que
encarar el supuesto fundamento de género de sus propuestas, y contestarlo, tal
como se muestran en los dos ejemplos relacionados con la ESI que se dan en el
siguiente capítulo.
Cabe reconocer
que existe una posición entre algunas personas versadas y bien intencionadas,
con relación a no aceptar la distinción entre ideología y perspectiva de
género, porque el hacerlo–a su criterio- equivaldría a aceptar el regalo del
caballo de Troya, lo que sería ingenuo; que la propia palabra género tiene el
pecado original de la ideología homónima, y que en definitiva, habría que
rechazar de plano aceptar aquella distinción. Con todo respeto, considero que
es un error[16]negar
una categoría científica aceptada por la comunidad internacional,ya que ello
tiene el efecto de aislarnos, de hacer que se nos desestime como interlocutores
y que se nos deja “fuera del diálogo” frente a una sociedad que necesita
imperiosamente oír las verdades científicas, filosóficas, y las enseñanzas del
sentido común de nuestra parte[17].
Aceptar el
distingo entre ideología y perspectiva, no equivale a convalidar en masa todas
las producciones bajo el rótulo de dicha perspectiva, visión, o teoría.
Significa sencillamente no perder el tiempo en debatir generalidades que a
pocos le interesan y en cambio, como ya se dijo, ejercer una implacable crítica
racional del estudio de género en concreto que se esgrima.
Conviene
preguntarnos si acaso nuestra posición es tan dominante, tan sólida, como para
que alcance con la simple negativa al diálogo para dejar sin efecto “tímidas
tentativas de imponer políticas de gender” en los diversos ámbitos. Conviene
preguntarse también si la inmensa mayoría del pueblo argentino está en pleno
conocimiento de la puesta en marcha de un proyecto de desestructuración de la
persona y de la sociedad, de tal modo que el debate y el diálogo sean
innecesarios. A estas preguntas retóricas, la respuesta en ambos casos es
negativa, obviamente. Estamos en una posición muy desventajosa, las políticas
de género se han ido imponiendo desde el poder, casi sin resistencia, sin que
la mayoría del pueblo se pueda dar cuenta de sus efectos nefastos escondidos
detrás de una jerga que prometía cosas buenas, aunque usando palabras un poco
difíciles.
Siguiendo con la
metáfora de la estrategia de los aqueos “de hermosas grebas” ante la amurallada
Troya, en nuestro caso el enemigo no nos está regalando un caballo para
ingresar a “nuestra fortaleza inexpugnable”. No, el adversario controla la
mayor parte de los recursos y manda en nuestra “fortaleza”. Somos nosotros los
que tenemos que emprender la reconquista de la polis, y son nuestros
adversarios quienes deberían temer el caballo de Troya del sentido común.
Entiendo
entonces que hay que dialogardesde el sentido común y la ciencia, dirigiéndonos
directa o indirectamente a las mayoríasin opinión formada,demostrando queni
defendemos el modelo de subordinación, ni estamos de acuerdo con las
“desigualdades de género”, si con esta expresión nos referimos al machismo, a
la violencia doméstica, a la injusta discriminación (tal como que una mujer no
pueda tener trabajo porque está embarazada o porque tiene muchos hijos), o
situaciones por el estilo.
Pero también hay
que dejar sentado que el modelo de
subordinación no existe en este tiempo en nuestra sociedad, ni en el
sistema legislativo, ni en las costumbres, salvo expresiones marginales que
deben ser objeto de oportuna corrección. No solamente rige hoy la igualdad ante
la ley (e inclusive la desigualdad a favor de la mujer, como en el cupo
político femenino), sino que se procura la igualdad en el ejercicio de los
derechos y del mismo modo, la superación de las desigualdades
estructurales. Y eso, como es obvio,
nada tiene que ver con el gen ideológico que establece que estas cuestiones se solucionan mediante el recurso mental de
hacer como si no existieran las diferencias sexuales.
Las
desigualdades estructurales se corrigen con políticas proporcionadas a los
problemas reales; por ejemplo, concretar el tan incumplido mandato de la
Constitución (Art 75 inciso 23) sancionando un régimen de protección especial e integral para el menor y la madre[18];
incentivar el empleo de mujeres encintas y establecer condiciones laborales
compatibles con la crianza de los hijos; evitar que las personas desvalidas por
cualquier motivo sufran violencia, etc.
Los ejemplos anteriores y las propuestas, pues, corresponden a problemas
reales y podríamos decir, también a situaciones estructurales.
Porque en este
apego a la realidad y mediante la crítica racional se desvirtúa completamente
en el planteo ideológico, como por ejemplo el absurdo de que un varón se
autoperciba como mujer y por ese único motivo, sea tenido por tal a todos los
efectos legales, incluyendo que ingrese en un equipo femenino de lucha libre y
descerebre a su oponente… femenino. A este ritmo, todo equipo femenino de cualquier disciplina deportiva va a tener que
luchar por un cupo… femenino. ¿Qué desigualdad estructural corrige la
“autopercepción como mujer” de un varón biológico y que se pueda por ello
jubilar cinco años antes o que participe en competiciones femeninas?
¿Qué
reivindicación de los derechos de la mujer supone el caso de una pareja de
lesbianas, una de las cuales tiene un hijo, pero las dos piden ¡y obtienen! la
licencia de cinco meses por maternidad? ¿Es
que acaso la gestación, el parto, el puerperio y la lactancia no tienen
valor alguno como fundamento de la
licencia por maternidad? Pues si no lo tienen, con el mismo argumento que las autoridades
concedieron a las “dos mamás” la licencia, deberían otorgarles también cinco
meses de “licencia por maternidad”… a los padres.
Es que se ha
cruzado el umbral del ridículo, del cual es muy difícil volver. Estas
verdaderas inequidades, como tantas otras, son solventadas con fondos públicos,
en tanto los problemas acuciantes de nuestros hermanos de menores recursos, son
postergados. Porque tales sinsentidos son puramente ideológicos, y en ellos hay
que centrar la crítica, allí está su punto débil. Puede sostenerse con
seguridad que todo lo ideológico se
identifica con lo irracional; y por lo demás; es una realidad de que los cultores del gender no pueden dejar de
sostener argumentos ideológicos porque se trata de la mismísima razón de ser y
su la finalidaden la historia: que el sexo biológico no sirva como
parámetro objetivo y pase a ser algo “líquido”. ¡Pero no porque se haya licuado
en realidad sino porque “hacemos como que sí”!
VII. Aplicación de lo expuesto a dos situaciones
relacionadas con la ESI.
Como
se dijo,
el golpe más tremendo y devastador contra la familia lo están recibiendo los
niños y jóvenes mediante el proyecto único y obligatorio de “educación sexual”
vigente en nuestro país, al cual se le agregó sesgadamente el calificativo de
“integral”, desnaturalizando el sentido obvio de esta palabra.
Mediante este proyecto las familias son simples
espectadoras de la manera en que el Estado, como vector de la ideología de
género, pretende cambiar los hábitos y los principios morales que normalmente
las familias transmiten a sus propios hijos. A continuación vemos dos ejemplos
reales del enmascaramiento supuestamente científico y jurídico en diversas
situaciones, y de qué manera -aislando lo ideológico- se empieza a desenredar
la madeja: 1) la campaña por la ESI en agosto de 2019 y el plan de trabajo en
el aula con menores discapacitados; 2) Sobre el proyecto de reforma de la ley
de Educación Nacional.
1)La
campaña por la ESI en agosto de 2019 y el plan de trabajo en el aula con
menores discapacitados.
En última semana de agosto de 2019, época de
conclusión de este trabajo, pudo advertirse el desarrollo de una campaña
mediática y oficial de promoción de la ESI, fundamentalmente orientada a
desterrar “prejuicios” del público en general, y ocultando –obviamente- sus
serios desvíos de naturaleza ideológica. Así, el sitio web del Ministerio de
Educación bonaerense[19]comunicó
la realización de la semana de la ESI en las escuelas de su jurisdicción. En
forma paralela pudo verificarse una multitud de publicaciones en todo el ámbito
nacional, de las cuales vamos a tomar por su carácter simbólico, la de Página
12[20].
Bajo el romántico subtítulo “Historias de alumnas y alumnos que,
después de transitar la experiencia de la ESI en la escuela, modificaron sus
conductas y en, algunos casos, sus vidas”,
el vocero de la izquierda cultural en la Argentina refiere el caso de un chico
de 17 años que, gracias a estar interiorizado sobre violencia de género, le
aconsejó a su mamá que se fuera de la casa. También en la misma cuerda
sentimental, otro joven cuenta sobre la discriminación a un familiar que murió
de SIDA por ignorancia de la forma en que esta enfermedad se transmite y, que
desde su “iluminación” al respecto, en una clase de ESI obviamente, iba a
dedicarse a difundir un mensaje antidiscriminatorio. Luego, desarrollan una
suerte de defensas previsibles, lamentando las confusiones ocasionadas por las
campañas del hétero patriarcado contra la ESI.
Antes de contestar nada, vayamos a la realidad de la planificación de la ESI en el aula. Si
bien en la bibliografía que sustenta e implementa el programa ESI “argentino”
se suele utilizar un discurso ambiguo, afortunadamente este fue abandonado en
la Cartilla oficial de Educación Sexual para la Discapacidad titulada “Es Parte
de la Vida” donde leemos como acción educativa para los más pequeños (2 a 9
años) “Comprender la masturbación y los juegos autoeróticos como una forma
saludable de ejercer y explorar su sexualidad.” (pág. 33). Luego, como actividad para los mayorcitos (10 a 14 años),
bajo la pregunta ¿de qué podemos hablar con ellos? Se responde entre otros
ítems ambiguos: “De los sentimientos y
emociones relacionadas con el deseo. De la orientación sexual. De los juegos
presexuales y sexuales” (pág. 41).
Si esto vale para los
niños con discapacidad, por cierto que forma parte de las actividades de los
niños sin ella, ya que el pleno goce sexual es para el gender un súper derecho.
En definitiva, la masturbación y esta modalidad de “juegos” implican la
compulsión hacia un ejercicio más que temprano de la genitalidad y alientan al
inicio precoz de las relaciones sexuales en forma sistemática, sin que pueda
alegarse fundamento científico alguno, transgrediendo el concepto de integralidad que trae la ley y saltándose a la torera el derecho de los
padres a que sus hijos reciban una educación moral y religiosa de acurdo a sus
propias concepciones.
Presidencia de la Nación
Por supuesto, de
esto no dice nada la campaña de promoción de la ESI!
Es tan evidente que la violencia doméstica como el
conocimiento del modo de propagación del SIDA, no tienen nada que ver con estas
verdaderas aberraciones decididamente abusivas respecto de los menores, que
huelga todo comentario.
2)
Sobre el proyecto de reforma de la ley Nacional de Educación.
El segundo ejemplo fue desarrollado en un artículo publicado por La Prensa[21] -
a cuyo texto me remito- a raíz de la media sanción otorgada por el Senado a la
ley de Educación Nacional introduciendo principios jurídicos con ideología de
género, en el marco de una campaña mediática que fungió como cortina de humo
del real alcance de la reforma.
A modo de síntesis, el
texto de la norma con media sanción dispone “evitar discriminaciones” en razón de sexo y género, y “erradicar los estereotipos que histórica y
socialmente legitiman la desigualdad y el uso de la violencia (…)”.Puede advertirse el uso de un lenguaje
medianamente confuso, abierto a una amplia interpretación que, obviamente,
realizarán los “expertos”. Pero cuando avanzamos a los fundamentos encontramos
ya un lenguaje muy confuso, abierto a
cualquier interpretación:“La
naturalización de masculinidades y femineidades hegemónicas es en sí una forma
de violencia que legitima otras.”Esto hizo replicar en las redes sociales
que, en definitiva, implicaba la proscripción en el aula de las palabras papá y
mamá, lo que a su vez fue tildado de falso, de allí el título del artículo
referenciado:“Al final: ¿se va a poder decir mamá y papá en la escuela?”
Hagamos el ejercicio de
un análisis crítico: como de costumbre se advierte la imprecisión
terminológica, algo por completo ajeno a la verdadera ciencia, ¿a qué se refiere con la “naturalización” de
las “masculinidades y femineidades hegemónicas”?, ¿en qué fundamento se basa para afirmar que
en sí mismas son una forma de violencia?, ¿de dónde saca tal relación de
causalidad? Es decir… ¿cómo fundamenta que engendre otras formas de violencia?,
¿cuáles son estas supuestas formas engendradas de violencia en concreto? Ya
tenemos la falsedad de la premisa y de las principales inferencias.
Podemos nosotros
inferir con mayor fundamento, que para descalificar aquello que desde la
Prehistoria las generaciones de seres humanosconsideraron como bueno y
verdadero,se empieza por el falso presupuesto de que “padre y madre” son
denominaciones hegemónicas por estar impuestas por la cultura patriarcal”. . Ignorando que el ser humano tiene la
capacidad de nombrar las cosas, gracias a la cual puede desarrollar un lenguaje
conceptual y comunicarse con sus semejantes. Las palabras papá y mamá designan
realidades permanentes. Las costumbres cambian en cuestiones accesorias pero
las respectivas realidades y sus funciones esenciales permanecen durante
generaciones, en este caso durante milenios, incluyendo períodos y situaciones
que no podrían caracterizarse como “patriarcales”. El uso de padre y madre no
esuna imposición de la cultura patriarcal sino el ejercicio de la libertad para
comunicarse en la verdad con otras personas.
Es así que en la actualidad una ideología
contemporánea, la de gender, impone que: “La
naturalización de masculinidades y femineidades hegemónicas es en sí una forma
de violencia que legitima otras” por lo cual deberíamos: “deconstruir
estas formas de relacionarse, que se encuentran naturalizadas y provocan tantos
daños en la individualidad de las
personas, en sus relaciones interpersonales y en la sociedad en su conjunto.”
Esta concatenación de falsas premisas e inferencias erróneas ¡pueden habilitar
a que en el aula, efectivamente se prohíba decir mamá y papá y muchas otras
barbaridades!
VIII.
Más que “conclusiones”, una apelación al compromiso. Terminamos
esta reflexión llamando al ruedo a dos grandes. El primero-gracias al aporte de
un magnífico trabajo de la tercera edición de Valores-es Emilio Komar:
“No hace falta estar de acuerdo
con la corriente. Si la corriente histórica fuese lo único, entonces ir contra
la corriente hubiese sido un suicidio. Pero la corriente de las vigencias
históricas no es lo único. La realidad de las cosas es muy distinta de la
corriente de las vigencias. Lo tremendo habría sido ir contra la verdad de las
cosas. Pero a menudo cuando uno va de acuerdo con la realidad de las cosas
tiene que ir contra las vigencias, entonces eso no es trágico, simplemente es
un trabajo más, una lucha más. […] Nosotros tenemos entonces posibilidad de
desarrollar enormemente lo que verdaderamente somos. Una persona humana es una
especie de átomo, y si se rompe el átomo se libera una cantidad de energía brutal, el hombre crece y vive y estamos en presencia de energías
incalculables. El problema es que no se promueve la energía, no se promueve la
vida.[22]”
El segundo es Alexandr Solzhenitsyn:
“La violencia
no vive en soledad y no es capaz de vivir sola; necesita estar entremezclada
con la mentira. Entre ambas existe el
más íntimo y el más profundo de los vínculos naturales. La violencia halla su único resguardo
en la mentira y el único soporte de la mentira es la violencia. Cualquier
persona que ha hecho de la violencia su método, inexorablemente debe elegir a
la mentira como su principio (…)“La salida más simple y más accesible a la liberación de la
mentira descansa precisamente en esto: ninguna colaboración personal
con la mentira. Aunque la mentira lo oculte todo y todo lo abarque, no
será con mi ayuda. Porque cuando los hombres renuncian a mentir, la mentira
sencillamente muere”[23].
Por tales razones surge
como un imperativo moral el compromiso político de todos, que tiene que
empezar por el sostenimiento de la verdad en todos nuestros ámbitos de
actuación, lo que implica estar capacitados seriamente para esta lucha
por las ideas. “La verdad” –podríamos decir- sí tiene una suerte de efecto
salvífico, pero hay que sostenerla con la virtud de la prudencia y enfrentarse
a la violencia de la mentira con la virtud de la fortaleza.
APÉNDICE
Una
breve digresión sobre el carácter gnóstico de la interpretación judicial. Para
completar la tríada de los “poderes” del Estado que se enunciaron en la
Introducción, puede advertirse en lo referente a la interpretación de ciertos
jueces, una característica típica de las gnosis religiosas más antiguas: “(…) la gnosis introduce una discreta subversión.
Ofrece su asentimiento no al dato revelado tal como se presenta, sino al
sentido que de él extrae. Sentido que no es, desde luego, el literal: la hermenéutica
gnóstica descubre detrás de ese sentido otro oculto, que sería el único real y
el único interesante (…)”[24].
Dos renglones abajo del lugar citado, Besançon nos muestra una directriz de
acción: “(…) porque la ideología alardea
de científica cuando no lo es. Esa contradicción es lo que se ha de poner de
relieve, y el hecho de desvelarla a los ojos de todos basta para reencontrar el
terreno de lo real y enderezar el sentido de las palabras.”
Mutatis
mutandi, dicha tergiversación ocurre en la ciencia jurídica
cuando deben aplicarse las leyes, las cuales como es bien sabido, se agrupan en
un determinado orden jerárquico en cuya cumbre se encuentra la Constitución
Nacional y los Tratados incorporados a su texto.
Tenemos en este aspecto una serie de sentencias de
la Corte Suprema y de algunos tribunales inferiores, que están reinterpretando
abusivamente la Constitución y los
derechos humanos en clave de género, de modo tal que cuando –por ejemplo- un
tratado con rango constitucional dice “los padres tienen derecho…” se
reinterpreta de un modo tal, que resulta subordinado a ciertos principios
inspirados en la ideología de género, los cuales no surgen ni de norma
constitucional alguna, ni de tratado de derechos humanos de ninguna especie,
sino de leyes (de esas que dicta el Congreso subrepticiamente), “dictámenes de
expertos”, supuestas obligaciones del Estado, etc., los cuales –como es bien
sabido- tienen una jerarquía normativa inferior.
En lo que respecta al derecho de los padres a elegir
la educación moral y religiosa que han de recibir sus hijos en la escuela, en
base a un expreso mandato de jerarquía constitucional, tal derecho -no es que
sea limitado o moderado por medio de la interpretación judicial- sino que es
directamente negado y conculcado en la praxis[25].
¡¡Y eso a pesar de que la Declaración de los Derechos Humanosprescribe que la familia es «la célula natural y
fundamental de la sociedad» (art. 16, 3) y que el artículo 75 inciso 19 de la
Constitución Nacional ordena que las leyes de educación deben asegurar la
participación de la familia!!
[1] Sobre este fenómeno hice referencia recientemente en
una publicación periodística: http://www.laprensa.com.ar/479320-Al-final-se-va-a-poder-decir-mama-y-papa-en-la-escuela-.note.aspxy pocas semanas antes ocurrió algo similar con la
sanción de la “ley Micaela”.
[2] USD 200.000.000 de nuestra deuda externa se debe al
generoso préstamo destinado a financiar políticas de género.
[3]Una breve reflexión que suscita la influencia de la
ideología de género en las sentencias judiciales, va en un apéndice al final
del texto.
[4]Besançon, Alain, op. cit., pág. 141.
[5]Besançon, Alain, op. cit., pág. 144.
[6]Y cuando se habla de ilimitada, exactamente eso es lo
que se procura; ya que la identidad y la sexualidad puede estar relacionada con
cosas, con animales o con grupos humanos en su conjunto.
[7]Cfr. LA ANTÍTESIS NATURALEZA-CULTURA EN LA
IDEOLOGÍA DE GÉNERO. LA IGUALDAD NO ES “IGUALITARIA” José María Barrio Maestre,
FIDES ET RATIO 3 [Mayo 2018], 91-110, ISSN: 2444-961X.
[8]Cfr. http://tiempodeevangelizar.org/?p=4060El 18 de marzo de 2019 se cumplieron
25 años de la Carta que el Papa Juan Pablo II le enviara a la Secretaria
General de la Conferencia Internacional de la ONU sobre la Población y el
Desarrollo que se realizó en El Cairo en septiembre de ese año. La Carta
conserva gran actualidad y vigencia.
[9]Nuestra “ley Sáenz Peña” de 1912 que concedió el voto
“universal, secreto y obligatorio”,
¡dejó fuera del universo a la mitad de la población! Recuérdese que el sufragio
femenino data en la Argentina de 1947.
[10]MirceaEliade, Historia
de las creencias y las ideas religiosas I, Paidos, 2010, pag. 69.
[11]La eliminación de las diferencias sexuales es asimilable a la
idea de eliminar la pobreza eliminando los pobres.
[12]
Aporte invalorable del CAM y de los programas de asistencia al SPA
[13]Ello sin perjuicio de que el supuesto
“derecho al aborto es una expresión particularmente nefasta de la ideología de
género.
[14]No hay que aceptar de ninguna manera esta dialéctica.
[15]Paradójicamente lo afirman quienes son –consciente o inconscientemente-
promotores de la irracionalidad y negadores de derechos fundamentales de las
personas.
[16]Claro está, por otra parte, que en este
tipo de diferencias no debemos descalificarnos entre quienes estamos de acuerdo
en lo esencial.
[17]Apelando a la confianza en la sindéresis,
es decir, en la capacidad de todo ser humano de percibir espontáneamente los
principios del orden moral.
[18]Este tipo de objetivos deberían producir acciones
concretas y masivas movilizaciones de aquellos comprometidos en la defensa de
las dos vidas, mostrando que no solamente nos ocupamos de los pobres cuando se
debate el aborto.
[22]Cit. por Alejandra Planker de Aguerre, La ideología de género como mesianismo de
liberaciónhttps://valoresacademiadelplata.blogspot.com/2019/03/la-ideologia-de-genero-como-mesianismo.html(de “Curso de Metafísica, vol. V: Sustancia y Accidente, Bs.As.,
Sabiduría Cristiana, 2010, p. 119/121)
[23]Cfr. Pablo López
Herrera disquisiciones sobre un
discurso clave de AlexandrSolzhenitsyn (Academia
del Plata).
[24]Besançon, Alain, La
Confusión de Lenguas, La crisis ideológica de la Iglesia, Herder, Barcelona, 1981, págs. 135/136.
[25]Cosa
similar ocurre con el derecho a la vida de la persona por nacer. Nuestro orden
jurídico reconoce la existencia de la persona humana desde el momento de la
concepción (art. 19 del Código Civil y Comercial) y el derecho a la vida para
los niños desde la concepción hasta los 18 años (tratado de los Derechos del Niño);
sin embargo –desde el fallo FAL y “protocolos” mediante- en la práctica cualquier
abusador puede llevar a una menor a producir un aborto, aduciendo motivos tan
amplios que podríamos decir que estamos –contra la ley y los tratados- en
un régimen de libre demanda.
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