Los costos ocultos de la revolución sexual y de la perspectiva de género
por Ludovico Videla, Academia del Plata, febrero de 2019
El profesor Augusto del Noce dice que la época de la secularización en que vivimos está conducida por restos del ideario marxista, que dominan la cultura y el pensamiento general. El fracaso absoluto de la fase “científica económica” de Marx, no incide en el dominio que mencionamos en la cultura.
Dentro del ideario marxista, tal vez la categoría más importante es el concepto de libertad;Central a la perspectiva de género y popularizado entre las masas, si bien en versiones acotadas.
Libertad en este caso es la capacidad de auto creación. “Todo el pensamiento de Marx es un desarrollo sistemático del principio metafísico radical de que la libertad requiere de la auto creación, y por lo tanto el rechazo de toda forma de dependencia, en particular de la dependencia de Dios”.[1]
Conviene rescatar un corolario de este punto, a veces oscurecido a propósito por personas de buena voluntad: “el ateísmo de Marx no es la conclusión de su sistema sino la precondición de este”.[2]
Dios es el obstáculo para el ejercicio de la “plena libertad”. La “muerte de Dios”, es el espacio para que la libertad de auto creación fluya.
Este planteo tiene según del Noce la condición de ser esencialmente ateo. Postula una visión incompatible con la noción cristiana de Creación ex nihilo. Dios creador es suprimido y con el desaparece la idea de que lo dado gratis por Dios es sagrado y que hay un orden Providencial que también Él nos regala, para nuestro beneficio y que posibilita el ejercicio de una libertad plena.
Entre las cosas recibidas como regalo de Dios, está el maravilloso misterio de la vida. Que de la unión de los cuerpos pueda surgir una nueva vida es un gran misterio y un grandioso don de Dios.
Pero el ejercicio de la libertad, aun en la concepción secular, también requiere un orden que, a diferencia del orden natural que surge de la naturaleza creada, es artificial y como tal debe ser impuesto por coacción, y su propio impulso, culmina transformándolo en totalitario.
Dentro de la concepción de la libertad secularista, no hay ningún límite ni restricción a su acción. Por ello la perspectiva de género se integra naturalmente con esta visión. Es más, se podría decir que el género es una simple extensión de la “libertad como auto creación”.
Nuestra civilización ha tomado el misterio de la vida, dentro del campo de la investigación científica. Y si bien hay un avance de la comprensión de los procesos, no ha crecido el respeto por su dimensión sagrada. Por el contrario, existe una indudable tendencia a la manipulación de la vida, en la búsqueda de resultados utilitarios. En esto, el principio de que todo lo factible es lícito, desafortunadamente tiene mucha vigencia.
EL costo de esta perspectiva es la dramática caída de la natalidad en los países que adoptaron esta actitud contra la concepción. El egoísmo individual en contra de la vida lleva a la corta o a la larga a la desaparición de naciones y culturas.
En el caso de la perspectiva de género se ve a la identidad sexual hombre-mujer, como algo social, que debe elegir la persona según ella lo auto perciba. Se separa la identidad sexual del cuerpo, de la dimensión genital y biológica. El cuerpo deja de ser un determinante de la persona, para convertirse en mero material maleable a voluntad y siguiendo la auto percepción de cada individuo.
Cabe aclarar, que la sexualidad se expresa no sólo en los órganos genitales sino en el mismo ADN. Este es el criterio que adoptó el presidente Trump para evitar los abusos y conflictos que suscitaba la pretensión de usar los sanitarios de acuerdo a la auto percepción de cada individuo.
Como la identidad sexual de la perspectiva de género se determina socialmente, es necesario imponer en la sociedad esta visión. Si la auto percepción de ser mujer(hombre) atrapado en un cuerpo de hombre(mujer), no pasase del ejercicio individual de un supuesto derecho, habría poco para cuestionar más allá de lo delirante del planteo.
En la cultura popular siempre se consideraba propio de la locura, el percibirse un personaje famoso de uno u otro sexo. El problema es cuando la locura se impone por la ley y la policía. Esto es totalitarismo en estado puro.
Cabría preguntarse porque se requiere forzar la vigencia social de una postura ideológica cercana al absurdo. Sin duda, en su esencia, pretender sostener que el género se elige socialmente, implica que los que quieren ejercer esta postura, deben forzar a los demás aceptarla. La mentira es siempre social, no se sostiene por sí misma como la verdad, exige una vigencia social.
En los cuentos infantiles el rey está desnudo y todos lo aceptan como vestido, hasta que un niño dice la verdad y el velo cae.
La perspectiva de género se inscribe en la revolución sexual que se inicia en la década del 60 del siglo pasado. Se une con otras dos posturas ideológicas que se han ido imponiendo socialmente con gran daño, y abren la puerta a la introducción hoy día de la perspectiva de género.
Ellas son:
a) en primer lugar la separación del encuentro sexual de la procreación, que impuso la ideología de la contracepción;
b) en segundo lugar la separación del sexo y la procreación del matrimonio, promovida por las ideologías divorcistas;
c) finalmente la eliminación de toda distinción entre el hombre y la mujer, dejando a criterio del individuo la elección de su orientación e identidad sexual, canon impuesto por la perspectiva del género.
La revolución sexual se pretende presentar como un avance individual y social imparable y tan beneficioso, como el avance tecnológico y científico.
En realidad, lejos de ese panorama rosa, este movimiento cultural ha creado millones de víctimas silenciosas e inocentes y un desajuste enorme en nuestras sociedades contemporáneas, cuyas lacras no dejan de crecer.
Las víctimas son numerosas, y sólo vamos a enunciar algunas para tomar conciencia hasta donde nos está destruyendo esta verdadera enfermedad de la inteligencia.
En primer lugar, los millones de niños por nacer asesinados por el aborto. Ante el fracaso en ciertos casos de la contracepción se requiere el aborto para validar el falso primer principio mencionado más arriba, de la revolución sexual.
Como se sabe, la ideología de la contracepción quiere reducir los subsidios sociales por maternidad o para los niños, forzando a los más pobres a usar el condón, la píldora, el diafragma etc. Como estos métodos fracasan en los pobres más jóvenes, necesitan el aborto como herramienta de política pública. [3]
En segundo término, las miles de niñas y adolescentes embarazadas que deben afrontar la dura tarea de la maternidad en su mayor parte en soledad. La respuesta convencional a esta plaga, causada por la promiscuidad sexual, es la enseñanza sobre el uso del preservativo y otros métodos anticonceptivos. Esta estrategia ha fracasado en todo el mundo, pero se insiste en ella como distracción de la opinión pública y para que no se vea la verdadera causa de esta plaga.
En tercer lugar, las crecientes víctimas de las enfermedades de transmisión sexual fruto también de la promiscuidad sexual. La información sobre estas terribles enfermedades y sus consecuencias destructivas en los organismos de hombres y mujeres no se dan a conocer en toda su crudeza, como tampoco el costo para el contribuyente de suspaliativos médicos.
Por supuesto también son víctimas lo que pretenden cambiar de sexo por su auto percepción de una realidad distinta a la propia. Sus costosos tratamientos se trasladan en forma creciente a la comunidad. Sobre esto tampoco hay información. Es curioso que en la auto percepción se eligen tipos de mujeres u hombres que responden a los ideales convencionales. Nadie se auto percibe como animal o como marciano.
También son víctimas los niños y niñas forzados a seguir un camino que no están en condiciones de elegir con verdadera libertad.
Son víctimas los médicos perseguidos por querer ayudar a homosexuales y lesbianas a recuperar el camino de normalidad.
Son discriminados y excluidos los padres, de la enseñanza de la sexualidad, imponiéndose la perspectiva de género en los programas y contenidos oficiales, violando la libertad religiosa y la autoridad de los padres.
Son discriminados los padres que quieren ser “papá “y “mamá” y no progenitor 1 y progenitor 2.
Son discriminados los jóvenes que prefieren esperar a casarse para mantener relaciones sexuales.
Son discriminadas las niñas que aspiran a casarse, tener hijos y criarlos además de gustar de las tareas domésticas. Estas mujeres no se adaptan al modelo femenino, que estos grupos de la perspectiva de género pretenden imponer.
Son víctimas los niños y niñas que son tratados como iguales por la enseñanza escolar oficial, cuando tienen aptitudes y gustos muy distintos.
Los jóvenes que aspiran a vivir en una familia unida y son víctimas de la destrucción matrimonial, que la ideología divorcista va imponiendo. La evidencia que muestra los efectos de las aventuras maternales y paternales de parejas gay o vientres alquilados etc., que son deletéreas para los niños. A los investigadores que sacan a la luz esta evidencia se los esconde y persigue.
Los jóvenes que cohabitan y no entienden cabalmente la grandeza del proyecto matrimonial y que esta institución es indispensable para los hijos.
Los enunciados, son algunos ejemplos del gran sufrimiento que esta revolución sexual impone, y en el caso de nuestro país copiando una globalización cultural que ha sido ajena a nuestra historia, pero que se reproduce como en fotocopia de los países centrales. Es curioso ver a los legisladores de orientación progresista, resistir la globalización económica, pero adherir fervorosamente a esta intrusión imperialista en la cultura.
La perspectiva de género, ideología revolucionaria, violenta derechos fundamentales y se convierte necesariamente en totalitaria como lo demuestra la experiencia de los países donde tiene vigencia.
Violenta la libertad de opinión porque solo se puede argumentar públicamente el discurso oficial.
Violenta la libertad de enseñar y aprender, forzando un libreto sin fundamento científico.
Violenta el derecho tutelar de los padres sobre los hijos.
Violenta la libertad religiosa, pretendiendo forzar aceptar teorías sin base científica, que atacan creencias religiosas fundamentales.
Violenta fundamentalmente y paradójicamente la libertad de elegir, porque veda en el campo de la sexualidad la elección del camino tradicional, que une lo creado con la identidad de la persona.
Nuestra sociedad, que ha rechazado con valentía la legalización del aborto, debe también rechazar el intento de imponer esta ideología perversa y totalitaria.
[1]del Noce, Augusto, The crisis of modernity, Edited and translated by Carlo Lancelotti, Mac Gill- Queen University Press, 2014, London, Introducción, traducción propia.
[2]Ibid.
[3]Roback Morse, Jennifer, 2018, The Sexual State, TAN Books, Charlotte, North Carolina, cap.4, pp.89-141.
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