CARLOS ALBERTO SACHERI 1933-1974
(Yo conocí un Mártir).
por Juan Marcos Pueyrredon
Quiero rendir hoy un sencillo homenaje a ese gran católico argentino que fue el Dr. Carlos Alberto Sacheri.
En la mañana del domingo 22 de diciembre de 1974, a la salida de misa del catedral de San Isidro fue asesinado por la espalda en presencia de su mujer y de sus siete hijos (el mayor -mi amigo José- tenia por ese entonces 13 años).
Él atentado se lo atribuyó la guerrilla marxista, -EL ERP 22 de Agosto-, aunque también se dijo que había sido la Triple A su verdugo.
Su prédica constante contra el marxismo y también contra los vicios y la corrupción del partido peronista gobernante, no le convenía a ninguno de ambos bandos.
Fue uno de los intelectuales católicos argentinos más brillantes de la época. Gran profesor universitario, orador extraordinario, proclamó a diestra y siniestra la verdad cristiana, siempre de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia y los principios del derecho natural como sustento firme de la sociedad política.
Predicó y luchó contra la violencia marxista que intentaba tomar el poder y que se había infiltrado en toda la cultura, incluso dentro de la Iglesia.
Proclamó siempre la verdad y la defendió con su vida hasta sus últimas consecuencias, costara lo que costara; sostuvo siempre que la lucha armada contra la subversión marxista debía llevarse a cabo conforme a derecho y a través de medios lícitos.
Maestro de la verdad y de la paz, Carlos Alberto Sacheri, entregó su vida por Cristo, o sea por la Verdad con mayúscula y se convirtió así en Mártir, o sea en Testigo de la Fé.
Como ha sido dicho, la fuerza provocativa que dimana del martirio y que mueve a reflexionar sobre el sentido de la existencia y sobre el significado esencial que hay que dar a la vida es tan evidente que no se necesita ninguna demostración para convencer de ella.
La decisión de llegar a una opción coherente y definitiva encuentra aquí su espacio vital. La historia de los mártires manifiesta con toda lucidez que la muerte de cada uno de ellos, si por una parte dejaba atónitos a los espectadores, por otra sacudía hasta tal punto su conciencia personal que se abrían a la conversión y a la fe: sangre de los mártires, semilla de cristianos.
Recordaba Juan Pablo II en el 2000, citando a Tertuliano que la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos! CCL 1,171). Acordaos de su valor, continuaba, «fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre» (Hb 13,7-8).
Estoy seguro que la sangre derramada por Carlos Alberto Sacheri ha sido, es y será semilla de conversión y renovación espiritual nuestra y de muchos otros argentinos.
Solo basta, como dice Juan Pablo, ¡recordar a Carlos, fijarse en el desenlace de su vida e imitar su fe. ¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre (Hb 13,7-8)!
Para terminar, quiero recordar a todos las palabras finales de la conferencia que pronunció Caros Alberto Sacheri en la mañana del 9 de junio de 1973 ante más de 1000 universitarios en la Jornada de Estudios sobre Marxismo que organizaran conjuntamente Acción y Misión (instituciones de la Obra del P. Echeverry Boneo), del cual el suscripto formaba parte. Yo tenía por ese entonces 21 años.
Hacía menos de un mes, el 25 de mayo Cámpora había asumido la Presidencia de la Nación, se había dictado la ley de amnistía, todos los guerrilleros presos del ERP y Montoneros en Trelew habían sido liberados y el marxismo había tomado por asalto la universidad y toda la educación argentina. Todos los días morían argentinos víctimas de la violencia.
Al final de esa extraordinaria conferencia, el Dr. Carlos Alberto Sacheri, hace profecía de su muerte un año después, con estas palabras:
“Leía hace unos días, un texto de San Pablo, de esos textos que son tan terriblemente simples de la Escritura y que uno nunca se cansará de meditarlos y dice esto San Pablo hablando de la redención: “Sin sangre no hay redención”.
Yo no creo jugar a la fácil profecía –porque son hechos que ya se están dando en la realidad argentina-, en la Argentina de 1973 correrá mucha sangre y si nosotros los católicos, universitarios católicos, no estamos dispuestos a dejar correr nuestra propia sangre en una militancia heroica, la Argentina será marxista y no será católica.
.En nuestras manos está eso. Sin sangre no hay Redención. Y lo que vale en el orden estrictamente sobrenatural para el cual habla San Pablo de la Redención de Cristo, vale también para la Redención secular de una Argentina, de una sociedad tradicionalmente cristiana, que debe reencontrarse definitivamente a sí misma en el sendero de la cual lo apartó el liberalismo de nuestros abuelos.
Todo el mundo marcha a esto, pero no por los postulados gratuitos del marxismo, sino por nuestra inercia, por nuestra fatiga en el combate.
Entonces, esto ¿Cómo se supera?, se supera con una militancia nuestra. Y termino recordando un texto muy paulino de las “armas de la justicia”. Recordemos que las armas de la justicia son armas de justicia, pero tienen acero muy afilado en la punta. Nada más. Carlos A. Sacheri"
En esta Argentina tan descreída muchas veces con razón de su clase dirigente, el testimonio de la vida y de la muerte de Carlos Alberto. Sacheri es como una corriente de aire fresco, como un canto a la esperanza, que nos mueve a todos a buscar una Patria mejor…
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