POBREZA EN ARGENTINA Y SUS POSIBLES
SOLUCIONES
Ingeniero Carlos I. Martínez Luna
1 El problema de la pobreza en Argentina ha tomado estado público a partir de encuestas informando que los niveles de pobreza superan el 30% de la población del país. Semejante índice resulta inaceptable para un país como el nuestro, que cuenta con importantes recursos naturales y poca población, mal distribuida en su territorio y concentrada mayoritariamente en la denominada pampa húmeda. Cabe entonces preguntarse cuáles son las causas de la pobreza y qué medidas podrían tomarse para disminuirla, dado que tal es el objetivo al que toda sociedad debe aspirar.
Cabe distinguir claramente dos situaciones:
- La pobreza como consecuencia del desempleo coyuntural, el cual disminuye o anula los ingresos de la población afectada restringiendo su nivel de vida y ocasionando problemas sociales de toda índole.
- La pobreza que llamo “estructural” donde la falta de trabajo no es circunstancial sino consecuencia de la carencia absoluta de condiciones naturales que lo posibiliten.
Para resolver ambas situaciones el Estado tiene la misión irreemplazable de actuar, posibilitando la creación de trabajo productivo que debe ser dado por la empresa privada en sus distintas actividades y por el Estado mismo a través de la ejecución de importantes obras para mejorar la infraestructura del país.
La inversión privada debería ser alentada por el Estado entre otras acciones dando seguridad jurídica, tomando las medidas necesarias para disminuir la inflación a valores menores de un dígito, efectuando la reforma tributaria que premie la inversión productiva hoy en desventaja respecto a la financiera; en definitiva tomando las medidas necesarias para promover la creación de empleo genuino.
También el Estado debería crear empleos no burocráticos ejecutando obras de infraestructura muchas veces postergadas, tal como caminos, ferrocarriles, puertos, diques etc.
Reflexionemos que solamente en los 24 partidos del Gran Buenos Aires habitan más de 11.000.000 de personas muchas sin los servicios básicos de agua, cloacas, pavimentos, gas y transporte cuya carencia influye en la calidad de vida de la población empobreciéndola material y espiritualmente.
Asimismo es misión del Estado velar por la calidad del medio ambiente encarando definitivamente el postergado saneamiento de las cuencas de los ríos Matanza y Reconquista, convertidos éstos actualmente en un transporte fluido de desperdicios, y al mismo tiempo construir las necesarias plantas de tratamiento de efluentes para no continuar contaminando las aguas del Rio de la Plata.
Simultáneamente se debería mejorar substancialmente la calidad de la educación para que los jóvenes, entre los que se encuentra el mayor índice de desempleo, adquieran la formación necesaria para cumplir con los cada vez más exigentes requerimientos laborales, permitiéndoseles acceder también al conocimiento de las nuevas tecnologías (robótica, impresión 3D, nuevas energías etc.), que se incorporarán en los próximos años.
El Estado también debería apoyar con créditos y becas de estudio. Todas estas medidas deberían ser adoptadas en el corto plazo pero sostenidas a largo plazo; por tal motivo, y con el fin de asegurar su continuidad, es fundamental un acuerdo entre las diversas fuerzas políticas que actúan en nuestro país.
Analicemos ahora un ejemplo de cómo proceder donde existe una pobreza estructural. Me refiero concretamente a la región semiárida y desértica del Gran Chaco Austral, a la cual me he referido en un anterior trabajo presentado en esta misma Academia del Plata. Dicha vasta región está formada por gran parte de las provincias de Santiago del Estero, Chaco, Formosa y este de Salta con una superficie de 250.000 km2.
La escasa población que habita en esta zona se encuentra en niveles mínimos de subsistencia pues carece de las posibilidades de progreso y calidad de vida de las que gozan los habitantes de la pampa húmeda. ¿Qué hacer ante esta realidad?
Viene a mi memoria el Evangelio de San Lucas 16, 19-31 con la parábola del rico sin nombre que daba grandes banquetes y el pobre Lázaro que yacía en la puerta de su casa y sólo se alimentaba con los mendrugos que caían de su mesa. En la parábola el rico es condenado, no por rico sino por ignorar al pobre, continuando indiferente su fastuosa vida.
Me pregunto: ¿no estamos los argentinos como sociedad actuando de la misma manera?
Pongo como ejemplo concreto el caso previamente mencionado del Gran Chaco Austral: Se realizaría una importante obra sobre el río Santa Cruz ubicada en el extremo sur de la Patagonia consistente en dos diques que generarán 1.350 MW. de potencia. Se trata de una importante inversión cuyo único propósito es llevar más energía eléctrica a la zona de la pampa húmeda. La obra fue adjudicada por el anterior gobierno después de varias fallidas licitaciones a un consorcio formado por la empresa china Gezhouba Group y las argentinas Electroingeniería e Hidrocuyo, financiando China con 4.500 millones de dólares. El costo de la ejecución de los diques deberá incrementarse con el que resulte por el tendido de la línea de alta tensión hasta los centros de consumo dado que no hay demanda de energía en la provincia de Santa Cruz.
El actual gobierno que recibió como herencia esta obra no prioritaria, de elevado costo y con graves falencias técnicas, introdujo cambios imprescindibles ajustando su tamaño, realizando los estudios de impacto ambiental y cumpliendo con la audiencia pública que dispone la ley.
China presiona para ejecutar la obra y ante la amenaza de que se aplique la cláusula de cross default, el actual gobierno parecería dispuesto a autorizar la obra con las modificaciones introducidas.
Pregunto yo: ¿No sería posible negociar con China para direccionar esa enorme inversión hacia otra gran obra, que considero prioritaria y que es el aprovechamiento integral del río Bermejo?
Como vimos anteriormente hay un desierto en Argentina, el Gran Chaco Austral donde el recurso crítico es el agua. Sin embargo los estudios edafológicos efectuados indican que sus tierras son aptas para la actividad agrícola ganadera pero necesitan agua y ésta se encuentra en el río Bermejo. Este río nace en Bolivia y después de un corto trayecto ingresa a Argentina recibiendo numerosos afluentes que engrosan su caudal; estamos en la denominada alta cuenca. A partir de Oran en Salta se convierte en río de llanura, es el límite entre las provincias de Chaco y Formosa y con un recorrido de casi 1.000 km. finalmente desagua en el rio Paraguay.
Hay un antiguo e importante proyecto de utilizar su agua con un múltiple propósito: navegación, riego, provisión de agua para consumo humano, electrificación, control de sedimentos, control de crecidas y eventualmente acceso de Bolivia al Atlántico. Para ello se deben construir un dique de cabecera en Zanja del Tigre en Salta para regular su caudal y tres más pequeños en afluentes en la alta cuenca así como dos canales de navegación desde el dique cabecera, uno hasta Barranqueras (Chaco) y otro hasta el puerto de Santa Fe en el rio Paraná.
Se trata de una OBRA FUNDACIONAL pues se regarían miles de hectáreas, desarrollándose así una importante actividad agrícola, ganadera y forestal, dando trabajo digno a miles de compatriotas que hoy no lo tienen y que por ello emigran a grandes ciudades. Esta obra permitiría también la generación de un círculo virtuoso y una inversión del proceso de éxodo poblacional; fomentando el descongestionamiento de las grandes urbes atrayendo hacia el Gran Chaco Austral la radicación de industrias y nuevos pobladores que requerirán viviendas, caminos, escuelas, hospitales, templos comunicaciones e internet.
Además las obras de ingeniería en la alta cuenca controlarían los sedimentos que aporta el río Bermejo al río Paraná y al Río de la Plata que hoy deben ser dragados continuamente con un alto costo. Entiendo podría intentarse acordar con China la ejecución y financiamiento de esta obra en reemplazo de las represas del río Santa Cruz y recordando que China ha tenido, tiene y tendrá necesidad de alimentos (en especial con la derogación de la ley del hijo único) se podría convenir la entrega de parte de la producción agropecuaria generada por el riego en el Gran Chaco Austral, pactando cantidades, precios y condiciones.
Subrayo que además de la generación de nuevos empleos y el combate de la pobreza, estaríamos introduciendo un cambio demográfico importante en Argentina distribuyendo su población en forma más razonable. En caso de no poder lograrse este acuerdo con China, el actual gobierno, con visión de estadista podría actualizar el proyecto existente, cumplir con el estudio previo de impacto ambiental y audiencia pública y comenzar las obras, que tal vez no serían inauguradas por la actual administración sino por una posterior.
Esto establecería algo que nuestro país necesita: una política de estado de continuidad para los grandes proyectos nacionales cuya ejecución y terminación uniría a los argentinos en la búsqueda del bien común superando enfrentamientos y fracasos que impiden construir el gran país que anhelamos.
El tema de la pobreza y la explícita condena evangélica a la indiferencia hacia el pobre me impulsa a presentar este trabajo a la Academia del Plata cuyo objetivo estatutario es dar testimonio del pensamiento católico en las ciencias, las letras y las artes.
Cada uno de nosotros verá lo que está a su alcance hacer para no pasar indiferente ante la pobreza, siendo esta propuesta un aporte que yo puedo efectuar. Es el momento de recordar la parábola del sembrador que con esperanza realiza su trabajo esparciendo las semillas, cayendo algunas en tierra fértil y que darán oportunamente sus frutos. Quiera Dios que lo mismo suceda con esta propuesta.
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